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DESPUES DE 15 AÑOS DE HABER RECUPERADO LA DEMOCRACIA

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Publicado: 2016-02-01

El año 2000, finalizando el siglo XX, cayó la dictadura fujimontesinista, una de las más oprobiosas y corruptas que hemos tenido a lo largo de cerca de dos centurias de vida republicana. Desde ese entonces, han transcurrido 15 años de vida democrática ininterrumpida, tres gobiernos elegidos democráticamente, se han alternado en la conducción política del país. Y estamos, a pocos meses, de elegir, los ciudadanos peruanos, acudiendo a las urnas, al cuarto gobierno, que administrará el país hasta la celebración del Bicentenario de la Independencia: 2021. Este periodo democrático, que le costó al pueblo peruano sangre, sudor y lágrimas, como diría el gran Winston Churchill, debe ser fortalecido e institucionalizado, visto como una proeza ciudadana que desea siempre vivir políticamente en Libertad y Democracia. 

Teniendo en consideración la experiencia vivida en estos últimos 15 años en el quehacer político nacional, trataremos, en estas líneas, de hacer una reflexión profunda, de los sucesos acontecidos en ese periodo, partiendo del análisis de lo que hicieron y/o dejaron de hacer los tres gobiernos de turno, por afirmar y promover el desarrollo nacional.

Con Toledo se reinicia el periodo democrático

Alejandro Toledo, electo democráticamente, en su condición de Presidente Constitucional de la República, inauguró este nuevo proceso(2001- 2006); seguido de Alan García, que por segunda vez, volvió a ocupar la más alta magistratura del Estado (2006- 2011); finalmente, cerró estos 15 años de vida institucional democrática en el país, Ollanta Humala, cuya gestión, al frente de la nación, está a seis escasos meses de finalizar( 2011-2016), transfiriendo de ese modo el mando, el próximo 28 de julio del 2016, al nuevo mandatario que saldrá elegido en los próximos comicios.

Después de haberse desmontado- aunque no en su totalidad, quedando algunos remanentes- la mafia fujimontesinista, que logró corromper a todo el Estado, y haber dejado casi vacía la Caja Fiscal, Valentín Paniagua, que presidió brevemente un gobierno de transición, instaló al primer gobierno democrático de este periodo, presidido por Alejandro Toledo, quien de manera inmediata tomó la riendas de la continuidad de la gestión política del país, desde el Estado. En esa perspectiva, hay que tener en consideración que ese gobierno en sus primeros años tuvo todo el apoyo del pueblo peruano, ya que se provenía de una dictadura violenta y corrupta que había carcomido los cimientos de las instituciones, ubicándolas al borde del colapso, como la Fuerzas Armadas y Policía Nacional en su conjunto, así como el Poder Judicial y el Ministerio Público, principalmente, instituciones que hasta el día de hoy no pueden reponerse de tan gigantesca y profunda corrupción instalada. En ese escenario, de crisis moral vivida al interior de país, el gobierno de Toledo, tuvo su fundamento, para administrar relativamente bien el país, en los vientos económicos y financieros internacionales que soplaron, con mucha fuerza a su favor. Es decir a favor del Perú. Factores externos, de mucha valía que impactaron poderosamente, y de manera directa en la economía peruana. Tal es así que jugó un papel importante, la crecida en el mercado internacional de los precios de los metales por esos años, teniendo en cuenta que somos un país primario exportador, principalmente de minerales, porque somos el tercer país, en el mundo, productor de cobre y el quinto productor de oro. Por otra parte, tuvo que ver, en la estabilidad económica del gobierno de Toledo, la euforia del crecimiento Chino, convertido en nuestro principal socio comercial, así como la moderada política monetaria norteamericana. Estos factores fueron fundamentales, para darle estabilidad a la economía de nuestro país en los comienzos de este periodo democrático. Tal es así que, Waldo Mendoza, investigador del Departamento de Economía de la PUCP, sostiene de manera metafórica que: “Cuando Toledo ingresó, sus piedras valían aproximadamente 40. Cuando se fue, estaban en 90. De la nada, valían más. Es cierto que la producción de piedras aumentó en 50%, pero el precio de las mismas más que se duplicó” (Poder/12 /15).En este periodo se dio inicio al crecimiento de la economía en nuestro país de manera boyante, que duró alrededor de una década, donde la economía peruana empieza a liderar el crecimiento en la región. La riqueza del país creció un promedio de 6% anual entre el 2003 y 2013 (la mayor tasa de Sudamérica). Una inflación que no superaba el rango meta de 3%, la más baja de América Latina. Esto permitió un crecimiento continuo de la inversión privada, alentada por la baja tasa de interés en el mercado financiero internacional, el flujo de capitales nos llegó como un chorro, además de la seguridad jurídica que estos tenían promovió que se instalara en nuestro país, ya que la Constitución Política de 1993, que no fue modificada estimulaba la subsidiaridad del Estado en la actividad empresarial, establecía la existencia de contratos-ley que solo podían ser modificados por acuerdo de las partes, y hubo un trato igualitario, sin distinción, entre empresas extranjeras y nacionales. En ese contexto, en el gobierno de Toledo se impulsaron dos reformas de carácter económico importante, siendo una de ellas, acabar con el régimen de la cedula viva, a través de la cual los trabajadores del sector publico podían recibir una pensión correspondiente a su último sueldo, además ajustado a los incrementos que dicho cargo ocupado pudiera recibir en el futuro. En sí era un privilegio insostenible que gozaba un sector de trabajadores, afectando a la gran masa laboral. El segundo, fue la negociación de famoso Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, con una oposición significativa por vastos sectores de la izquierda principalmente, que veían la apertura de mercado como una amenaza para los intereses económicos nacionales. Sin embargo, esta se impuso, y permitió la celebración de nuevos tratados con otros países. Así mismo, se mejoró sustancialmente la política monetaria del Banco Central de Reserva (BCR), que estableció un esquema de metas de inflación.

Por otro lado, podemos sostener, que en este proceso de recuperación de la democracia, iniciado con la gestión de Toledo, no se continuó, con desmontar todo el “andamiaje” de las redes instaladas por la mafia fujimontesinista, iniciado por el gobierno de transición presidido por Valentín Paniagua, que si hizo un esfuerzo denodado por acabar con esta lacra, pero la brevedad del tiempo no le permitió desparecerlo. En tal sentido, era necesario realizar una profunda reforma en las instituciones más afectadas, como el Poder Judicial, las FFAA y la Policía Nacional, que hoy estamos sufriendo las consecuencias de ese rebrote. Asimismo, no se hizo justica, que hasta ahora esperan, los afectados por la guerra sucia promovida por el Estado, en el periodo de la dictadura, claramente lo establecido por la investigación profunda que realizó la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional (CVR).Sin embargo, los familiares de las victimas hasta hoy siguen clamando justicia. Toledo tuvo la oportunidad de honrar la dignidad nacional, y concluir victorioso su lucha iniciada contra la tiranía, pero no lo hizo. Terminada su gestión tuvo que cederle el mando a Alan García Pérez, quien, por segunda vez, en el 2006 asume la conducción del Estado peruano.

El Apra por segunda vez Toma las riendas del poder

El gobierno aprista, inició su gestión en un periodo de abundancia, con vientos internacionales a su favor (con excepción de la crisis financiera internacional del 2008-2009). Esto le permitió hacer un gobierno positivo, desde el punto de vista macroeconómico, reivindicándose de esta manera del mal gobierno, por no decir pésimo, que realizó en su primera gestión, donde la inflación, fue la más alta del mundo, llegando a tocar fondo de inestabilidad económica. El Perú estuvo arruinado. En este segundo gobierno las cosas fueron distintas, y el crecimiento económico continuo enalteció su gestión. En tal sentido, su ministro de economía Luis Carranza, sostiene enfáticamente: “Entre el 2006 y 2011,la inversión privada creció con un promedio anual mayor a 15%, y la inversión pública creció cerca del 16%”. Más adelante, explica que el gobierno aprista recibió una PBI de 80 mil millones de dólares en el 2006, y se transfirió al termino de nuestra gestión en el 2011 un PBI de 180 mil millones de dólares.(El Comercio 4/4/15).En otro momento, de la extensa conversación que sostiene con la periodista Mariella Balbi, Carranza, sostiene que “la pobreza pasó del 50% el 2006, a 27,8% el 2011.Una reducción exitosa”. Sin embargo, “la recuperación del Perú en el 2010 (después del bajón del PBI, que registró el país el 2009, como resultado de la crisis internacional) no fue consecuencia de la gestión de Alan García. Lo que pasó es que China se recuperó rápidamente”.

No se puede negar que la coyuntura internacional, de precios elevados de los commodities, favoreció enormemente la gestión aprista, generando un positivo desarrollo macroeconómico, pero tampoco se puede obviar que en este periodo se alentó la inversión privada, se impulsó la inversión pública, dándose facilidades a las empresas mineras para la extracción de minerales, que eran de gran demanda en el mercado internacional. Esta promoción del sector minero impulsó definitivamente el crecimiento de PBI, que creció más del 100%. Sin embargo no se puede dejar de mencionar que la conflictividad social se disparó durante el segundo gobierno aprista. En el 2010, la Defensoría del Pueblo registró 246 casos, muchos asociados a actividades extractivas.

Por otro lado debemos señalar que al igual que el régimen anterior, este no le puso fuerza a una política de profundas reformas estructurales, que el país hasta ahora demanda, para acabar con la corrupción, la inseguridad ciudadana y las desigualdades sociales y económicas que mellan la calidad de vida de la poblacion. No se implementó un política adecuada y eficiente para acabar con los remanentes de las redes mafiosas fujimontesinistas que operan al interior de las instituciones del Estado, por eso se habla hoy en día de una corrupción institucionalizada, que se mueve, con eficiencia al interior de gobierno central, de los gobiernos regionales y locales, sin que nadie los pueda parar. El Poder Judicial no hace nada para Lograr contener esta avalancha, menos la Contraloría ni el Ministerio Público. Ni que se diga de la Policía Nacional. Por lo que es necesario realizar una reforma profunda y radical en estas instituciones.

Por otra parte es necesario resaltar que durante el gobierno de Alan García se amplió la infraestructura, base del desarrollo, con la construcción de grandes hospitales y al creación de colegios emblemáticos, con infraestructura moderna, con tecnología de punta. Asimismo, destacan en este periodo, las Carreteras Interoceánicas (IIRSA Norte y cinco tramos en el Sur), el Muelle Sur, los aeropuertos regionales del norte y del sur (cofinanciados), el muelle Norte Callao, el Puerto de Paita y el Puerto de Yurimaguas.

Ollanta Humala asume la conducción del estado

Lo que hay que destacar en estos 15 años de actividad política nacional es la continuidad de la democracia, con la alternancia de partidos políticos en el Poder, administrando y conduciendo los destinos del país, por un periodo de cinco años, que luego es reemplazado por otro, a través de un proceso electoral, donde el ciudadano emite su voto. Siguiendo este proceso, el 2011, se eligió en las urnas, en segunda vuelta, a Ollanta Humala, candidato del Partido Nacionalista, como nuevo Presidente Constitucional de la República, tomando, el 28 de julio, día de nuestra Independencia, las riendas de la conducción política de nuestro país. El balance de su gobierno, a escasos 6 meses de culminar su gestión es bastante polémico, ya que los objetivos políticos y económicos neurálgicos que ofreció en campaña a la ciudadanía no se cumplieron, por lo que el pueblo peruano se siente estafado.

Ollanta Humala, como representante del Partido Nacionalista Peruano, llevó adelante una campaña, para ser elegido Presidente de la República, levantando un programa que llevaba como título “La Gran Transformación”, a través del cual había logrado confluir una gran coalición, que expresaba un sentimiento político de centro-izquierda. Sectores de todas las tendencias políticas progresistas lo apoyaban, creyendo –como debe ser- en la propuesta. Sin embargo, por razones tácticas, para que gane en segunda vuelta, así fue lo acordado –según manifiestan sus partidarios- se cambió la propuesta inicial por una nueva, denominada: La Hoja de Ruta, pero sin perder la esencia de la gran trasformación. Es decir el gran cambio que el Perú necesita. Pero lo que sucedió, una vez elegido, es el total abandono a la propuesta original, y a las fuerzas sociales que lo llevaron al Poder. Haciendo alianza con el gran capital, y con la fuerzas económicas y financieras que dominan el mercado.

El nacionalismo, recibió un país en bonanza, se favoreció, en sus dos primeros años, del crecimiento continuo de la década del boom económico, debido- como ya se ha manifestado-a los altos precios de los metales, a la gran demanda de estos productos en el mercado internacional, principalmente China. A la baja tasa de interés de los capitales en el mercado financiero mundial, promovido por la política monetaria norteamericana. Esto hizo que el nuevo gobierno, recién instalado, se moviera sin mayores obstáculos en “piloto automático”. Nada hacía presagiar que la situación internacional cambiaría radicalmente, y su falta de visión no permitió adelantarse a los hechos, tratando de amenguar lo que se podría venir en un nuevo escenario, teniendo en consideración el sentido común que nada es eterno, ni para siempre. En este nuevo escenario que se inició a mediados del 2013 aproximadamente, el gobierno de Humala se sintió arrinconado y contra la pared: El boom económico, de los precios altos y la gran demanda de nuestros minerales en el mercado internacional había terminado. Se dio inicio a un proceso de desaceleración económica, que frenó en seco nuestro crecimiento, a duras penas en el 2014 logramos que nuestro PBI crezca en 2,4%. El 2015, crecimos aproximadamente 2,8% del PBI, cuando a comienzos del año el MEF y el BCR, proyectaba un crecimiento optimista entre 4 y 5%.En el tercer trimestre de año pasado, empezaron a vaticinar que el repunte económico se vendría en el último trimestre. Sin embargo, esto no ha sucedido, y todas las medidas de carácter económico adoptadas por el gobierno de manera tardía, a lo largo del año, han sido un rotundo fracaso. Esta situación alarmante ha contraído el consumo, así como ha golpeado el empleo, ya que la inversión privada ha retrocedido estrepitosamente, y la inversión pública no ha sido lo suficientemente abultada, como para poder paliar este enfriamiento. Esto se ve acentuado con el inicio de un proceso electoral, donde los agentes económicos están en la expectativa que quien será el nuevo presidente de la república que tomará las riendas del país, generando incertidumbre. Es más, ha habido una corrida de capitales de inversión en la medida que la Reserva Federal norteamericana ha incrementado sus tasas de interés, por lo que el BCR se ha visto en la necesidad de hacer lo mismo, incrementando la tasa de referencia, para de alguna forma defendernos de la arremetida del mercado internacional. Pero, esta medida aislada no es suficiente para salir de este estancamiento.

El gobierno de Humala, ha perdido una gran oportunidad para afirmar las bases del desarrollo del país. Estuvo en condiciones materiales, cuando asumió el cargo, de asegurar la continuidad del crecimiento, sin embargo, por falta de experiencia y habilidad técnica no lo hizo, cayendo en una desaceleración continua que amenaza quitarnos todo lo que hemos ganado en el periodo de bonanza. Tengamos en consideración que el gobierno nacionalista recibe un PBI de 180 mil millones de dólares, cuando este estaba hace diez años en alrededor de 50 mil millones de dólares. Asimismo, recibe las Reservas Internacionales Netas (RIN), en aproximadamente 60 mil millones de dólares, cuando estas estaban hace diez años en 15 mil millones de dólares, además, encuentra un Fondo de Estabilización Fiscal, creado en 1999,con un monto aproximado de 10 mil millones de dólares, sin contar que los dos primeros años, de su gestión, sin mover un dedo, sino debido a los buenos vientos internacionales, registró un superávit en su administración que ascendió a 4 mil millones de dólares. Es decir, dinero suficiente para lanzar un Plan Económico agresivo y audaz que hubiera impedido que nuestra economía cayera en este enfriamiento, sin embargo, no lo hizo. Solo se limitó a implementar medidas tímidas, de manera tardía (le faltaron reflejos), que finalmente no dieron buenos resultados. Por lo que consideramos que el nuevo gobierno que asuma la conducción del país el próximo 28 de julio, tendrá como primer reto reactivar la economía nacional, sacándonos de este vil enfriamiento.

Por otro lado, sostenemos que este gobierno nacionalista, que está a escasos seis meses de culminar su gestión, perdió una gran oportunidad para afirmar las bases del desarrollo del país, por que habiendo tenido los recursos necesario para crear y modernizar la infraestructura en el país no lo haya hecho, principalmente las vías de comunicación terrestre, para unir adecuadamente todo el país. Ya se debió haber terminado en todos sus tramos la Carretera Marginal de la Sierra; así como ya se debió haber resuelto, de manera efectiva, la comunicación con la Región Central, corredor estratégico de ingreso y salida desde Lima, dejando de padecer feroces entrampamientos, para ello es urgente la construcción, en esa parte del país del Túnel Transandino. Además, se debe notificar el retraso que existe en la obra de la Línea 2 del Metro. Como la lentitud para ampliar y modernizar, para hacerlo más competitivo en el mercado global, el Aeropuerto Internacional “Jorge Chávez”. Esta situación, nos genera pérdidas económicas y nos resta competitividad en el mercado mundial. Tengamos en cuenta que tenemos un retraso en infraestructura de más de dos décadas, por un valor aproximado que sobrepasa los 100 mil millones de dólares. Así mismo, no se hizo nada importante, en la construcción de hospitales, para mejorar la atención de salud, como tampoco se mejoró sustancialmente la infraestructura escolar, con la construcción de nuevos colegios. Hay que tener siempre presente, para superar esta situación, que nuestro país ocupa los últimos puestos en los rankings internacionales en calidad de educación y salud.

En tal sentido, se corrobora, que la carencia de infraestructura en el país sigue siendo elevada, lo que limita el crecimiento y la competitividad, como ya se ha mencionado. En ese sentido, el informe Plan Nacional de Infraestructura 2016-2025, elaborado por la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN), muestra que la infraestructura alcanza la cifra de US$ 159.549 millones. Para cerrarla, dice la publicación, se debería invertir un promedio anual correspondiente al 8,27% del PBI entre el 2016 y el 2025. Gonzalo Prialé, presidente de dicho gremio, ha sostenido en repetidas ocasiones que, para conseguir este objetivo, el Perú tendría que endeudarse. (Revista Poder /12 /15).

“La Voz del Pueblo, es La Voz de Dios”

Finalmente, queremos manifestar nuestro profundo respeto al Sistema Político Democrático que estamos viviendo, que nos permite expresarnos libremente, dejando circular nuestras ideas, en un debate permanente, abierto y alturado, cosa que no sucede en una dictadura como la que hemos padecido hace 15 años, y que nos puso en vilo durante una década. Esto ha significado que la actividad política, en este periodo, haya mejorado en su forma, mas no en su contenido, debido al alto grado de corrupción, que padecen los partidos y las organizaciones políticas, heredadas de la dictadura fujimontesinista, que fue audaz en la implementación de una mafia gigantesca, cuyos tentáculos alcanzaron introducirse en los más recónditos espacios del Estado, corrompiéndolo, y corroyendo sus estructuras. Esa escuela de podredumbre persiste hasta hoy, por lo que el nuevo gobierno que se encargue de conducir los destinos de nuestra patria en el próximo quinquenio, debe tener las agallas suficientes para desmantelar esta estructura de latrocinio.

En tal sentido, sostenemos que a pesar que la democracia ha dignificado la participación ciudadana, dándonos voz y voto en los procesos electorales, la actividad política partidaria sigue envilecida. Por ello, la decadencia y la crisis política que se está padeciendo. Los ciudadanos mayoritariamente, ya no creen en los políticos tradicionales, siendo presionados a renunciar y salir de escena, para dar paso a una remoción con nuevas generaciones. En esta dirección es necesario promover las reformas políticas electorales, para democratizar los partidos, obligándolos a ser más eficientes y transparentes, que cumplan con su verdadero rol de enlace entre la población organizada y el Estado, tratando de esa forma de resolver los graves problemas que padece el pueblo peruano en su conjunto. Pensamos, que ha llegado el momento de poder sacarle el mayor provecho al sistema democrático, impulsando la participación de la ciudadanía en el quehacer político nacional, haciéndolos de tal manera directos responsables de su destino. Tenemos que acabar con la sola obligación que tiene el ciudadano de ir cada cinco años a las urnas y elegir al nuevo mandatario, debemos avanzar un poco más, organizándonos en nuestras comunidades para exigir a la nueva autoridad un buen gobierno, asimismo controlar y fiscalizar su gestión, para que esta resulte beneficiosa a la población.

Esta experiencia de democracia que estamos viviendo en estos últimos 15 años, debe servirnos para lograr institucionalizar, haciendo que eche raíces profundas en tierra fértil, para que florezca un árbol frondoso, que nos de sombra y aire oxigenado en los próximos siglos. Ese debe ser el reto de pueblo peruano, cuando acuda este año nuevamente a las urnas a elegir al cuarto presidente de la república, de manera continua, en este periodo. Ya que es necesario enaltecer la alternancia en el poder, a través de procesos electorales limpios y transparentes, convirtiéndose la decisión popular en un baluarte de grandeza. Por ello alguien dijo: “La voz del pueblo, es la voz de Dios”, expresando el profundo respeto a la voluntad popular, ya que ello es la esencia de un sistema democrático.

Nunca más, debemos permitir, se vuelva a la noche oscura de una dictadura, peor aún si es déspota y corrupta. Ya que engendra males en las naciones, que se necesitan décadas para poder extirparla, lo decimos con conocimiento de causa. En tal sentido, debemos esforzarnos por fortalecer la continuidad de este periodo democrático, que fue recuperado hace 15 años, haciendo caer a una dictadura cruel, feroz y corrupta, que se enquistó en poder por una década, suficiente para crear la deshonra, el caos y la destrucción nacional.

(*) Periodista. Analista político


Escrito por

tiroalblanco

ENRIQUE SOTO ROCA. DIRECTOR. Periodista. Especialista en temas de análisis económico y político. Escribió en diversos medios de comunicación: diario La República, diario regional del norte, El Ciclón, Suplemento Económico “Perfil Económico” del diario El N


Publicado en

TIRO AL BLANCO

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