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UN RETO PARA LA IZQUIERDA

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Publicado: 2016-05-04

A partir de los resultados de las elecciones generales en primera vuelta, puede decirse que la Izquierda Peruana, ha reaparecido como un vendaval en la escena política nacional, después de casi 25 años de ausencia. Su fuerza expresada a través de su candidata Verónika Mendoza, que representa al Frente Amplio, se ubicó como tercera opción en el cómputo de votos, amenazando pasar a segunda vuelta y ocupando veinte escaños de la representación nacional en el aparato legislativo. Algo verdaderamente sorprendente, teniendo en cuenta que en sus inicios de campaña apenas alcanzaban el 1% de aprobación y nadie creía que pasarían la valla con el mínimo de 5%. Sin embargo, lograron alcanzar el 20%. Todo un reto, y una responsabilidad histórica, que están en la obligación de asumirla, mantenerla y defenderla. 

La nueva coyuntura política electoral que estamos viviendo –propia de unos comicios en segunda vuelta- para definir quién será el nuevo Presidente Constitucional de la República, ubica a la izquierda en una disyuntiva que obliga a tomar una posesión frente a los dos competidores de la derecha representados por Keiko Fujimori de Fuerza Popular (FP) y Pedro Pablo Kuczynski de Peruanos por el Kambio (PPK). Algo que deben asumirlo con inteligencia y sabiduría, pensando en el bien común, y en lo que resulte mas beneficioso para la estabilidad democrática y el desarrollo nacional.

En tal sentido, Verónika Mendoza ha señalado claramente en múltiples entrevistas que el fujimorismo representa lo mas nefasto de nuestra historia reciente, una dictadura en la que se vulneraron los derechos humanos. Asimismo, ha señalado, inicialmente, que el partido no va a apoyar ni a Keiko Fujimori, ni a Kuczynski en esta segunda vuelta por tener fuertes diferencias con sus propuestas políticas, sin dejar de mencionar que “la peor amenaza para el país” es el fujimorismo. Por su parte ha señalado que se va hacer campaña activa para que la señora Fujimori no sea gobernante, recordándole al país lo que significó el gobierno fujimontesinista, sin que ello signifique ningún aval a Kuczynski.

Estas expresiones se entienden como un querer marcar distancia y diferenciarse, desde la izquierda, de las opciones que representan estos dos candidatos de la derecha, que pugnan por alcanzar la presidencia, situación que se definirá el 5 de junio.

Esta expectante situación obliga a la izquierda peruana a asumir mayores retos y desafíos en el concierto político nacional que superen las meras coyunturas electorales. Y esto ha empezado a suceder con la Nueva Izquierda, que empieza a dar un cambio generacional en la conducción del movimiento, apareciendo nuevos líderes con visión distinta a la vieja guardia, que encaran al país en una situación distinta de la que fue en los años 80. En tal sentido se puede afirmar que lo que está sucediendo dentro del movimiento organizacional de la izquierda es una renovación de cuadros, con la aparición de nuevos líderes, como producto de una necesidad histórica que empuja la evolución del proceso social en constante movimiento, y no como una comprensión racional que haya surgido de la “vieja guardia”.

¿La unidad en la Izquierda no es necesaria?

En tal sentido, este renacer de la Izquierda, será mucho mas rico y pujante en su accionar comparado con la época de los 80. En la que habrá necesidad de trabajar por reestructurar y consolidar el criterio de unidad y no considerar la opinión de algunos analistas que sostienen que “la unidad de la izquierda no es necesaria”, para alcanzar el éxito solo basta apuntalar a un buen candidato, como es Verónika Mendoza, algo sumamente peligroso, que promueve el caudillismo y el culto a la personalidad que no es compartido al interior de la izquierda. El liderazgo y la personalidad juegan un papel importantísimo en la dirección de los movimientos sociales y políticos, siempre y cuando estos estén inmersos en colectivos fuertemente estructurados, dentro de una organización bien constituida y disciplinada.

En tal sentido, es cuestionable la versión de Steven Levitsky, en el sentido que sostiene: “El ascenso de Mendoza demuestra que la unidad importa poco. En una democracia presidencialista sin partidos, la que importa es la candidata”. (La República 10 de abril 2016). Esto nada ayuda a la izquierda a afirmar una diferencia con la derecha, y en nada le ayudaría a contribuir con la construcción de una nueva democracia, sólida y perdurable, ya que se verían inmersos en el mismo juego que nos impone el sistema, y para ello, consideramos, no está la izquierda, como movimiento popular de masas.

Por otra parte, consideramos que hace bien el Frente Amplio, en manifestar que será en los próximos cinco años una expresión de oposición coherente y responsable, empujando los cambios y resistiendo contra todo aquello que amenace el desarrollo y progreso nacional. Creemos que tiene tribuna para lograr su cometido. El trabajo –con sus veinte congresistas- en el Parlamento Nacional, será decisivo, cuidándose de no caer en el burocratismo y alentando de manera permanente la organización y movilización popular. Estamos convencidos que los cambios van a suceder con el pueblo en las calles. Y la nueva izquierda con la venia que el ciudadano le ha dado en las urnas, tiene el reto de luchar contra –en primer orden- la corrupción, que se levanta las arcas fiscales en desmedro del bienestar general, de los 30 millones de peruanos, y principalmente de los mas pobres. No olvidemos que tenemos 8 millones de conciudadanos sumidos en la pobreza y 2 millones aproximadamente en pobreza extrema.

Ampliar el Frente Amplio

Asimismo, consideramos, que el Frente Amplio, con su colectivo de dirección nacional, encabezados por Verónika Mendoza y Marco Arana, deben tender puentes hacia los sectores liderados por Gregorio Santos y hacia otros sectores políticos de ascendencia popular, para consolidar verdaderamente un Frente Amplio, y trabajar duramente este quinquenio de manera organizada, sistemática y con propuesta coherente resumida en un Plan de Gobierno que exprese la tendencia de un Proyecto Nacional, encaminados hacia el 2021, teniendo en consideración la celebración del Bicentenario de la Independencia. 200 años de haber roto las cadenas materiales del colonialismo, faltando romper las cadenas mentales que nos atan a ese pasado nefasto de saqueo y expropiación que la nueva izquierda debe tener muy presente –para no dormirse en sus laureles- que el éxito que ha tenido en el proceso electoral en un 50% se debió a su candidata y el otro 50% a la oportunidad histórica que se le presentó, cuando el JNE decidió sacar del proceso a Julio Guzmán y César Acuña, que sumaban alrededor del 30% de aprobación del electorado, a pesar que uno era un outsider improvisado y el otro un candidato presidencial “chicha”. Este panorama le dio un espaldarazo a la nueva izquierda y la elevó a su candidata, ubicándola como tercera opción electoral a nivel nacional.

No volvamos al Fujimontesinismo

En esta segunda vuelta la nueva izquierda tiene la oportunidad de jugar un protagonismo importante, movilizando a la población a nivel nacional, para impedir que Keiko Fujimori, llegue a la presidencia de la república, optando por el mal menor que significa que PPK asuma la conducción del país, en la medida que no tenemos otras opciones sobre la mesa. Porque de llegar la hija del dictador a la primera magistratura del Estado, significaría, como dice Mario Vargas Llosa: “Tarde o temprano se abrirán las cárceles y los ladrones y asesinos fujimoristas, empezando por su padre, pasarán de los calabozos a detentar nuevamente el poder. Pone los pelos de punta imaginar la violencia social que todo aquello produciría, con la consiguiente parálisis económica, la retracción de las inversiones y la gangrena populista resucitando aquellos demonios de la inflación y el paro de los que nos hemos ido librando estos últimos tres lustros”. (La República 17 abril 2016).

Estos malos augurios hay que evitarlos porque son escalofriantes. Quienes vivimos de cerca los diez años de dictadura fujimontesinista, podemos dar fe, del atroz comportamiento que tuvieron en el poder, esto es necesario hacerle recordar a la población, en campañas continuas y sostenidas durante todo este mes de mayo, para que el domingo 5 de junio, el ciudadano de a pie emita un voto informado.

¡Preparémonos para el 2021!

Sin embargo, mas allá de lo que pueda suceder el 5 de junio, la nueva izquierda, tiene el compromiso histórico de trabajar denodadamente, desde ahora, abriendo locales partidarios, en todo el país, para realizar una buena campaña, superior a la del 2016, el 2021, con el propósito de llegar al poder. Por ello va a ser necesario abrir puertas, y lograr atraer a los sectores del centro, para de esa forma consolidar un movimiento verdaderamente nacionalista, con identidad ancestral. Este reto, es una oportunidad histórica que tiene la izquierda peruana, y de la forma como se conduzca a su vanguardia –en los próximos cinco años- va a depender el éxito.

(*) Periodista. Analista político


Escrito por

tiroalblanco

ENRIQUE SOTO ROCA. DIRECTOR. Periodista. Especialista en temas de análisis económico y político. Escribió en diversos medios de comunicación: diario La República, diario regional del norte, El Ciclón, Suplemento Económico “Perfil Económico” del diario El N


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TIRO AL BLANCO

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